Iba yo paseando por la calle cuando de repente me doy cuenta de que alguien me está observando. Me doy la vuelta y veo a un hombre mayor sentado en la mesa de una cafetería que me está señalando con el dedo para que me acerque a él. Cuando llego a donde está me doy cuenta de que ese hombre no puede ser del siglo XXI, su cara sus gestos y su vestimenta parecían de otra época.
- Buenos días- me dijo- ¿te importaría sentarte un rato conmigo a charlar?
- Bueno, tengo un poco de prisa...-contesté temerosa.
- Tranquila, nadie puede decirte lo que tienes que hacer, no puedes atarte, eres libre, haz lo que quieras...
Esas palabras de alguna manera me hipnotizaron, así que me senté en la terraza y la camarera me trajo un café caliente. Entonces me di cuenta de que todo lo que había dicho ese hombre sobre la libertad ya lo había oído antes...¡Era San Agustín de Hipona!
- ¿Tu eres San Agustín verdad?
- ¡Vaya! ¿Cómo sabes mi nombre?
- Porque en mi instituto damos una asignatura llamada Filosofía y tú eres uno de los más importantes.
- ¡Oh! ¡Me siento alagado!, entonces sabrás que la libertad es algo muy importante para los hombres, ¿verdad?
- Sí, San Agustín, todos los hombre son libres, pueden hacer lo que quieran...
- Y son llevados por el Amor, eso es muy importante, que no se te olvide.
- Pero eso es una contradicción, San Agustín, eso no puede ser, si eres llevado por el Amor ya no eres libre.
- Por eso se distingue entre dos tipos de libertad, una que consiste en seguir voluntariamente el dinamismo del Amor, que es la Libertas Maior...
- Y otra que consiste simplemente en la capacidad de autodeterminación que es esencial al hombre por su naturaleza, pero solo puede orientarse hacia el bien o el mal.
- ¡Muy bien! Veo que te lo sabes, ¿pero qué opinas del mal moral?
- Creo que el mal moral existe por la libertad que Dios concede al hombre, lo que hace que este la use para bien o para mal, en cuyo caso aparece el mal moral, y que es sólo culpa de los hombres, aunque en parte también de Dios por permitir que exista...
- Dios nos da libertad porque nos quiere, no podemos echarle la culpa de eso.
En ese momento mi móvil empieza a sonar, y aparece la palabra Mamá en la pantalla. Por lo que concluyo la conversación diciéndole:
- Bueno San Agustín, el Amor de mi madre me llama y debo irme, encantada de conocerte de verdad. Adiós.
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