Estaba yo en mi casa tomándome un café tranquilamente cuando llamó a la puerta un hombre con una movilidad en las cejas realmente impresionante que trataba de convencerme de que hay que dudar de todo, sobre todo de los sentidos, que según él no hacen otra cosa más que engañarnos. Como yo soy una persona que no se anda con tonterías le cerré la puerta en sus enormes napias. Minutos después volvieron a interrumpir mi momento de relax llamando a la puerta de nuevo. Cuando abrí dispuesta a mandar a paseo al tipo de antes, apareció ante mí un hombre con turbante que nada más verme dijo:
- Todo lo que te ha dicho el de antes es mentira.
Nada más pronunciar estas palabras le ordené que pasara y se tomara un café conmigo. Este tipo tenía que contarme por qué era mentira lo que había dicho aquél hombre. Una vez hechas las presentaciones y servido el café entablamos una conversación de lo más interesante.
- Amigo David, ¿quién era ese tipo tan feo al que no paras de criticar?- pregunté curiosa.
- Ese tipo era Descartes que intenta convencer a la gente con sus estúpidas teorías sobre las verdades indubitables basadas en la razón, la cual es para él la verdadera fuente de conocimiento.
- Y para ti, ¿cuál es la verdadera fuente de conocimiento?
- Para mí los sentidos son la verdadera fuente de conocimiento.
- Entonces, ¿cómo es tu ética?
- Mi ética, amiga, se basa en la pasión.
- ¡Qué bonito!
- Con el término pasión me refiero a las emociones y afectos, a las que la razón debe someterse, ser su esclava. El hombre no es una máquina como decía Descartes, sino que se deja llevar por sus sentimientos y por los sentidos.
- Me encanta tu forma de ver la vida de verdad, me encantaría saber más David, pero mis sentidos me dicen que mi cena se está quemando y que ya es muy tarde como para estar divagando, pero muchas gracias por la información, y deja de criticar al pobre Descartes, anda.
- Vale, mis sentidos me dicen que me estás echando, pero antes de irme debo declarar que mi pasión hacia Descartes es indirecta, porque no me inspira más que odio. Hasta luego Irene.
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